Con este artículo queremos reivindicar la importancia de continuar con la investigación en el campo de la Enfermedad de Alzheimer.
Son muchas las preguntas que nos podemos hacer con relación a esta enfermedad, todavía quedan muchos aspectos por investigar.
Lo que hasta ahora se conoce es que, si observamos en algún familiar o amigo ciertos signos, que más adelante explicaré, es conveniente hacer un seguimiento médico, pues el diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer en su inicio puede ofrecer al paciente una mejor calidad de vida, un deterioro más lento de sus habilidades cognitivas y el mantenimiento de su autonomía durante más tiempo. Hay evidencias de la eficacia de las estrategias de estimulación cognitiva en personas con DCL (deterioro cognitivo leve), así como del ejercicio físico y la actividad social.
La demencia se caracteriza por la disminución global de las funciones cognitivas, y cuya consecuencia inmediata es la de interferir en las actividades habituales de la persona: afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento.
La Enfermedad de Alzheimer (EA) es el tipo más común de demencia. Aloysius ‘Alois’ Alzheimer fue el investigador alemán que identificó por primera vez los síntomas.
La EA es una alteración neurodegenerativa primaria, que suele aparecer a partir de los 65 años, aunque también puede presentarse entre gente más joven. Cuando una persona padece la Enfermedad de Alzheimer, experimenta cambios microscópicos en el tejido de ciertas partes de su cerebro y una pérdida, progresiva, pero constante, de una sustancia química, vital para el funcionamiento cerebral, llamada acetilcolina. Esta sustancia permite que las células nerviosas se comuniquen entre ellas y está implicada en actividades mentales vinculadas al aprendizaje, memoria, en la capacidad para resolver problemas de la vida diaria, en la ejecución de las habilidades perceptivas y motoras aprendidas y en el control de las reacciones emocionales.